sábado, 17 de mayo de 2008

Solo una, pero es un pencazo

Señor Director:

Muy tarde, demasiado tarde.
Se los dije por 8-9 años.
Hoy ya es tarde.
Les dije que tenían un general jefe, judío, Izurieta Caffarena. Hijo de una socialista.
Les dije que tenían un general jefe judío, el sionista y anti chileno Cheyre Espinosa.
Les dije casi cada una de las cosas, de los eslabones de su cadena de cautivos, del cautiverio de su cobardía moral.

Se los dije, a ellos y a los "derechistas".
Hoy, déjalos que lloren su amargura, la de no haber reaccionado a tiempo.
Hoy ya es la mano de Dios que golpea a Chile.
Hoy, el Señor demanda, interroga perentorio: "Chile, ¿qué hiciste de tu honor y de tu gloria?.

Chile ¿por qué abandonaste a judíos tantos mandos nacionales?.
Chile, ¿por qué abandonaste Arica?.
Chile ¿por qué le dejaste a almirantes malos cerrar la base Arturo Prat?.
Chile, ¿Por qué dejaste que se burlara Lucifer y sus hijos, del Héroe Prat que en mi misericordia te dí por galvanizador de tu alma campesina y floja?.
Chile, ¿por qué permitiste la vejación de los restos del general Bernardo O?Higgins?.

Chile, ¿Por qué te convertiste en prostituta vieja siendo jóven nación y república reciente?.

Déjalos, que los muertos entierren a sus muertos.
Deja que el Buen Dios nos regale guerras y revueltas, revoluciones y comunismos nuevos. Que golpee de su mano fuerte sobre esta ramera vil y abandonada por los suyos.
Deja.

¡Pobre Chile, dijo la Virgen en Peñablanca!. "El comunismo volverá", "Cuidar el norte y el sur".

Deja, que por no tener problemas con los mandos activos proceden como cadetes y se humillan ante los que un día fueron sus cadetes. Porque no los vayan a pelar en el Estado Mayor o la sacrosanta Comandancia en Jefe respectiva, se entregaron los más y algunos vendieron su honor y hoy son "asesores estratégicos" del Mal.

Deja que ya no son los uniformados los jefes de esta maniobra, apenas son nuestro lastre sollozante.

Pero Chile, lo que se llama Chile, vive. Duerme noches largas de dolor de parto, es la patria por parir una generación nueva, una generación amputada en combates inmortales, una que perderá de los dos ojos, uno en combate para ver las cosas más rápido, para ser más objetivos. Una que se bastará del brazo que salve el cirujano, de la granada artillera; el otro amputado. Una que saltando en una pierna avanzará aplastante como torrente de cordillera. Y caerá sobre los malos como grito de Dios en Fin del Tiempo.

Pero ¡Dios no muere!, y ha de decir Palabra y pronto. Las quejumbres castrenses, cubrámoslas con el manto de nuestra piedad, un día sirvieron a Chile. Aunque no hayan adquirido el motor del alma que tenía, por ejemplo, Merino. Estos necesitan a su alférez, su teniente o su almirante y, por supuesto aunque ese sea un rojo del demonio, no pueden opinar sin permiso de su comandante en jefe.

Roberto Finat Díaz



Nota de la Redacción:
Esta carta de Roberto Finat, un gran chileno un gran patriota, nos llega al alma, pues lleva años predicándonos lo que pasará a nuestro querido país.