viernes, 1 de mayo de 2009

Excelente correspondencia


Transparencia I

Con la entrada de la nueva Ley de Transparencia, entre otras cosas nos hemos podido dar cuenta que con nuestros impuestos financiamos asesorías por parte de ex ministros, parlamentarios y familiares de miembros del gobierno.

¿Cómo es posible que la ex ministra Soledad Barría, que salió por la ventana del Ministerio de Salud, haga asesorías y gane por esto casi 4 millones al mes? Esto me parece una burla y, más que eso, un robo.

Luis Toledo Valdés


Transparencia II

Señor Director:

Ante el conocimiento de los sueldos de los funcionarios del sistema público, de acuerdo a la Ley de Transparencia, ahora comprendo claramente la razón de tanta “vocación de servicio público” que afecta a nuestros políticos y personajes públicos, quienes luchan con dientes y muelas para servir a nuestro país y a sus ciudadanos.

¡Los sueldos y el poder están demasiado tentadores!

No sé por qué me tinca que a mí también me está bajando una incontenible vocación de servicio público.

Carolina Gálvez C.


¿Ministros o asesores?

O tenemos ministros o tenemos asesores, pero no las dos cosas.

Luis Toledo Valdés


Turbia realidad

Ante la noticia dada a conocer estos días respecto a la destinación a fondos a Organizaciones por parte de la Presidencia, no puedo más que sorprenderme por la manera que esta distribución de fondos es en casi su totalidad a organizaciones ligadas a personajes de la Concertación y de izquierda.

Esto genera una sensación de poca equidad, donde el discurso de “crecer con igualdad” nos indica que algunos crecen con más igualdad que otros, mientras aquellas organizaciones culturales que no necesariamente son del mismo color política que las que se dieron a conocer, pero que se dedican a realizar rescate cultural, sólo tienen que conformarse con la gratificación de los resultados que obtienen tras el esfuerzo de sus propios integrantes y sus propios recursos.

El país de esta forma no va a crecer ni superar diferencias culturales ni políticas, sobre todo si con esta designación de fondos las organizaciones beneficiadas cuentan con recursos descomunales.

Más que hacer un llamado a que todos puedan participar en presentar propuestas para acceder a estos fondos, se debe hacer un llamado a la conformación de un cómite de distribución social y cultural de los recursos, para que todos tengan las mismas oportunidades.

Mientras más transparente se ha hecho el acceso a la información sobre cómo las instituciones distribuyen los recursos, más turbia hemos encontrado la realidad.

Hans Fiebig M

martes, 28 de abril de 2009

Dos cartas para meditar.


Señor Director:

Los abogados asesores de la Concertación deben haber estudiado bien la legalidad de que el Gobierno transfiera dos mil 500 millones de dólares al año a una serie de instituciones proclives o cercanas a él. Entre ellas están la Fundación Salvador Allende; la Casa de la Memoria; Justicia y Democracia; el Instituto Igualdad, bajo la dirección de Marcelo Schilling (secretario general y diputado PS); la Fundación Clodomiro Almeyda; la Fundación Eduardo Frei; la Fundación y Centro Cultural Gladys Marín; la Fundación Palestro, y tantas otras. Yo me pregunto si es ético gastar dineros de los contribuyentes en financiar instituciones que no despiertan una adhesión general de los chilenos, como por ejemplo la Teletón.


A mí me parece que cuando se trata de financiar instituciones con una clara orientación valórica y política, los dineros deben provenir del bolsillo de aquellos que simpatizan con ellas, pero jamás de los impuestos que pagamos todos los chilenos.

Julio Dittborn


Nota de la Redacción:

Curiosa nos parece la generosidad de la concertación para repartir los dineros del pueblo en instituciones que les son absolutamente funcionales a su intento por “apernarse” en el poder.


Nosotros creemos que los fondos que se han dedicado a estas “fundaciones” debieran dedicarse a la Teletón o a Bomberos que son instituciones que benefician a la población descuidada por el Estado.


Señor Director:


TRABAJO Y TIEMPO PARLAMENTARIO

Cada cuatro, los chilenos elegimos a nuestros mandatarios o representantes populares en el Congreso -que lo son las 24 horas del día y todos los días del pertinente período-, quienes en las respectivas campañas electorales, pro captación de preferencias, vociferan poseer las más representativas características del genuino espíritu de servicio público: “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, “servir a los demás y no servirse a sí mismo”, “trabajar sin descanso”, “dispuestos al sacrificio en pro del país” -pero “debida y sobradamente remunerados”-, amén de considerarse los más aptos e idóneos para estas altas tareas, que deberían ser cien por ciento enaltecedoras: legislar con excelencia, fiscalizar con responsabilidad y mantener siempre el contacto con las bases regionales, con una honestidad, probidad y transparencia a toda prueba. ¡Usted me conoce, vote por mí!



En diciembre de 2003, “época no electoral”, con ocasión de la aprobación del “urgente” proyecto de ley “sobre protección civil del honor y la intimidad de las personas”, varios parlamentarios reconocieron que votaron dicho proyecto sin haberlo leído, entre ellos la diputada María Antonieta Saa (PPD), profesora de Castellano. ¡La vergüenza y el descaro se disfrazaron de “hidalguía”!



El lunes 1 de marzo de 2004, “El Diario Austral” de Temuco publicó una nota del diputado Germán Becker Alvear (RN), ingeniero civil, sobre su experiencia parlamentaria -a dos años de iniciada-, dándonos a conocer en detalle en qué consiste realmente dicho trabajo. Termina destacando: “Como se aprecia, es bastante escaso el tiempo que resta para estudiar y profundizar los proyectos que tenemos en tabla, enviar oficios de fiscalización y elaborar nuevos proyectos de ley”.



Uno de los desvíos del “escaso” tiempo de nuestros parlamentarios que he venido destacando hasta la majadería, es aquél que dedican a actividades de dirigencia partidista, que de manera indiscutible resultan incompatibles con las propias, para las cuales pidieron voluntariamente ser elegidos. Ninguno de estos parlamentarios-dirigentes les dijo a los electores voten por mí para, y además para presidente o vicepresidente de mi partido, porque yo sí que soy el superman o la superwoman, lo que ciertamente dista mucho de ser una muy feliz realidad para Chile.



Hace algún tiempo ya, se supo que el entonces diputado Rodolfo Seguel (DC) y el senador Roberto Muñoz Barra (PPD) “estaban estudiando Derecho” además. ¿Cuánto tiempo le dedicaban al parlamento y cuánto, al estudio? ¿Qué resultados obtuvieron en ambas actividades?



Hoy, igual que el año pasado pro elecciones municipales, ahora los parlamentarios “están lanza’os” con la campaña presidencial -varios de ellos formando parte de los respectivos comandos- y las suyas propias pro re-elección, porque dejar este trabajo tan regala’o así como así, ¡Nica! ¿Cuánto tiempo le van a dedicar a la recargada agenda legislativa y cuánto, a estas campañas, especialmente Eduardo Frei Ruiz-Tagle (DC), senador por la Región de Los Ríos y candidato presidencial 2009 de esta des-Concertación allendistadecé reinante? Si bien la señora Juanita no está “ni ahí” con el tema, me preocupa -hoy más que ayer- “la calidad” de la legislación que va a salir en los próximos meses desde nuestro Congreso, que contempla varias reformas a la Constitución de Lagos (2005), porque la mayoría de sus integrantes dejan mucho que desear, indignos -“no meritorios”- que estar en él, si hasta no falta quien en plenas sesiones se dedica a navegar en las páginas hot de internet.

Atentamente,


Jorge Saavedra Moena, c.i. 6.015.115-6