Sr. Director
En negociación en el pedir no hay engaño, pero en el dar a veces si.
En la semana transcurrida con acalorados debates sobre el des financiamiento del Transantiago se observaron todo tipo tácticas, estrategias y modalidades negociativas, que como consultor en estas materia en diferentes universidades y empresas en Chile y el exterior observo atentamente. Como nuestros políticos -expertos profesionales en el arte del consenso- no lograban acuerdo, pasaron al simple regateo y finalmente terminaron en una subasta de votos, olvidando así las recomendaciones de Harvard de negociar en base a principios.
A río revuelto ganancia de oportunistas y de los grupos de avivados.
Muchos Diputados transaron y se tentaron con las ofertas gubernamentales, trataron de ganar de buena fe algo para sus partidarios. Los gremios y sectores mas vivaces y pedigüeños –como siempre- sacaron la mejor parte. Luego, vino el subsidio a la oferta y
no a la demanda de las personas realmente necesitadas, como sugiere la moderna economía, para sobrellevar la inflación y alza de los servicios. ¿No sería entonces mejor que el ciudadano en libre albedrío decida el medio de transporte que merece ser subsidiado frente a tanto desacuerdo de nuestros representantes? Entre las alternativas tenemos: zapatos para caminar, caballos, botes; bicicletas, furgones de colegios, patines, buses, taxi colectivos, metro, autos no contaminantes o motos entre otros.
Lamentablemente, en este caos de presiones e intereses políticos –para evitar la catástrofe nacional del Transantiago- una vez mas las autoridades y honorables, de todos los partidos, olvidaron una simple y económica solución: la bicicleta. Ni una ciclo-vía, ni un nuevo bicicletero en los millonarios acuerdos, en medio del bochornoso
alboroto. En paralelo nuestra Cámara de Diputados contrata onerosas asesorías de comunicación para mejorar su imagen.
En esta danza de millones para tapar el hoyo negro del Transantiago, que se agranda día a día como el de la capa de ozono cubriendo ahora las regiones: ¡Ni céntimo para los ciclistas!. Hubiese bastado con una parte mínima de lo sobre invertido en "el satánico engendro" –que hasta la Presidenta lo considera un mal nombre y un ex-presidente cree que debe estatizado- para lograr grandes avances en una política pro-ciclista para Chile. Con poca plata ya se hubiese terminado: las redes de ciclo-vías en regiones y Santiago, la inconclusa "Ciclovia Pajaritos-Alameda-Apoquindo"; o finiquitado la prometida ciclobanda Valparaiso-Viña para el uso de trabajadores y turistas. Así en forma simple, económica e inmediata el drama de transporte para miles de personas ya no existiría, además de producir otras externalidades positivas como: descongestión de calles, menos ruido, mejor salud y economía de combustibles a base de petróleo.
Al parecer, solo dias antes no era políticamente incorrecto subsidiar las bicicletas, como habían propuesto algunos Diputados, pero a los pocos dias se aprueba un subsidio para los botes. Si seguimos así incoherentemente negociando, para solucionar el problema de los buses en Santiago terminaremos dando bonos a los buzos de Isla de Pascua, a los pilotos de aviones o a los arreos de llamos en el norte, con el respeto que nos merecen todos ellos.
Es de esperar que las nuevas negociaciones en el Senado sean coherentes y de calidad y se acuerden que las bicicletas son parte integrante del modelo original del Transantiago. Los Honorables Diputados por su parte -para reparar su imagen- deben dar rápido curso a la Ley de la Bicicleta, que propone medidas obvias y austeras para favorecer a quienes en todo Chile y sus regiones que optan por el uso de este saludable y económico medio de transporte que no contamina y es propio de las campiñas y ciudades de mejor calidad de vida en el mundo Europeo.
Para negociar hay que poner atención a los intereses tras las posiciones, a la coherencia y a las repercusiones y precedentes de a largo plazo que dejan los malos acuerdos.
Omar Villanueva Olmedo . Director de estudios. OLIBAR Consultores
Señor Director:
Muchos ya deberíamos habernos preguntado qué es primero, ¿la muleta o el cojo? Con el Transantiago hemos decidido olvidarnos del cojo y centrarnos en la muleta.
No todos saben que Santiago hoy excede los 10 millones de viajes diarios, cada vez más extensos y complejos.
La ciudad se ha hecho más pesada de mover, a menudo aun más lenta y por eso ineficiente.
La muleta del Transantiago salió fallada, pero el problema es el cojo.
Hemos dejado crecer a Santiago, que ya sobrepasa 60 mil hectáreas y de regionalizar muy poco.
Debemos regionalizar y también un modo de hacerlo es que el santiaguino pague lo que cuestan los pasajes metropolitanos y eso al menos por el momento es alrededor de $ 500 por viaje (hoy pagamos $380). El resto es temor a enfurecer a los santiaguinos, pues ¡no queremos pagar lo que cuesta vivir en Santiago!
El Gobierno advierte tarde que subsidiar el transporte le está saliendo más caro políticamente que pagar el costo de vivir en la capital: por ahí podremos comenzar sacando cuentas realistas.
A Santiago no puede ni debe subsidiarlo Chile, y los $120 por pasaje que no pagamos los santiaguinos están dejando un hoyo económico de algo más de un millón de dólares diarios: eso no se arregla con subsidios, porque además hay que pasarles otro millón (fondo aprobado de equidad territorial) a las provincias. Así, en vez de tapar un hoyo, estamos abriendo dos.
Los costos deben transparentarse para que la economía funcione. El subsidio al transporte en nuestro caso es ponerle humo al problema para que no se vea, aunque la economía retroceda y a Santiago le salga "barato" seguir creciendo.
Ramón Delpiano
Señor Director:
Se "anotó un poroto" don Adolfo Zaldívar, presidente del Senado, con la reunión de los ex senadores pre 1973 en el Congreso. Ojalá que gestos como esos se sigan repitiendo. Chile los necesita.
Mauricio Pilleux Dresdner, Arquitecto
Lector:
He recibido del presidente del senado de la República de Chile, don Adolfo Zaldívar un gran ejemplo que deseo transmitírselo a Ud. porque se que lo entenderá y lo compartirá plenamente.
La simple lectura de este sucesos provocado por un gesto de grandeza del citado legislador y conociendo el pasado reciente de Chile, tan parecido a lo ocurrido en la Argentina durante la década del 70 del siglo pasado, el gesto se agiganta, ya que abre los brazos como Cristo para unir a los sectores en pugna que otrora se enfrentaron en una lucha encarnizada que hoy por mezquindad de pocos se quiere proseguir con la guerra judicial contra sus Fuerzas Armadas y de Seguridad y sus uniformados de aquella época.
El Senador Adolfo Zaldívar está harto de vivir en un Chile dividido e irreconciliable y ha dado un paso desde su cargo de Presidente del Senado Nacional, para hacer posible un acercamiento entre dos sectores en pugna en aquellas duras épocas.
Bueno sería que esto sirviera de ejemplo a los otros Poderes del Estado, para que llegara la Paz interior tan ansiada y requerida por la sociedad de Chile. Este ya es el segundo gran gesto que Zaldívar realiza llamando a la unidad histórica y política de la Nación.
La tarea de unidad que un Presidente del Senado de la Nación puede realizar es inmensa en pro de la Unión Nacional. Bueno sería que este episodio llegara al Presidente del Senado de la República Argentina y siguiera este gran ejemplo
Eduardo Palacios Molina