lunes, 19 de julio de 2010

Algunas cartas para meditar.....



Señor Director:

Indulto Bicentenario.

Ante la reciente opinión emitida por el ministro del Interior - "a veces la Iglesia hace planteamientos en campos que no son los estrictamente propios de la confesión religiosa"-, le recuerdo que la Iglesia no hace otra cosa más que cumplir con su misión: anunciar a Jesucristo en contra de quienes hoy en día hablan de "ni perdón ni olvido".

Roberto Ibarra Videla

Señor Director:

Falta un Mandela.

Acaba de terminar una nueva versión del Mundial de Fútbol, esta vez en Sudáfrica, país que se distancia del nuestro no sólo por miles de kilómetros sino también por la calidad de sus líderes políticos. Justo allí, donde el mundo moderno recuerda la más terrible segregación racial, hoy es posible ver una nación alegre, con todo el futuro por delante. Esto, gracias a la calidad moral, la voluntad estratégica y la genial visión de Estado de un par de líderes políticos.

Es cierto que fue el Jefe de Gobierno de los blancos dominantes quien entendió que debía revertir una situación insostenible en el tiempo, pero debemos reconocer que el artífice indiscutido de la unidad sudafricana fue Nelson Mandela, auténtico líder que mostró una capacidad de reconciliación ejemplar, pese a haber sido personalmente objeto de lo más oscuro de la persecución racial y política que lo llevó a afrontar largos años de cárcel.

Pocas veces se ve en la historia a un hombre de esa calidad moral, donde el deseo de venganza por las humillaciones y violaciones de sus derechos fundamentales en el pasado fue dejado de lado en beneficio de un objetivo superior de unidad nacional.

Por desgracia, no ha habido, desde el fin del gobierno militar, un líder político en Chile con el valor y la voluntad de Mandela. Por eso estamos donde estamos y tal parece que seguiremos estando: en una división entre “blancos” y “negros” que conduce a cualquier parte menos hacia la unidad, detrás de objetivos comunes.

Quienes detentan el poder se ven agobiados por el peso moral de los “derechos humanos”, letal arma comunicacional esgrimida persistentemente por sus opositores.

La reconciliación no puede ser objeto de plebiscito ni de discusión pública, donde será distorsionada por los mismos intereses que la bloquean en forma natural. Una situación como ésta requiere de una decisión de Estado, que la sustraiga de los devaneos de la opinión pública. ¿Qué habría ocurrido si Mandela hubiese pedido la opinión a su pueblo sobre la forma de imponer la pacificación y el reencuentro entre los sudafricanos?

Ante la iniciativa del indulto que presentará la Iglesia Católica, esperamos que el Presidente de Chile muestre su condición de estadista y cuente con la voluntad necesaria para adoptar una determinación acorde al Bicentenario Nacional, aceptando que las grandes decisiones pagarán siempre un costo político para poder ser reconocidas por la historia. Así lo entendió claramente Nelson Mandela.

Patricio Quilhot Palma, Abogado.

Señor Director:

Política y pobreza.

La pobreza no es un problema económico. Se trata de una cuestión moral que responde a prioridades políticas. Más que un evento socioeconómico fortuito o impredecible, ella tiene su origen en decisiones gubernamentales plagadas de sectarismo, frivolidad e ignorancia que contravienen, precisamente, las que adoptó el ser humano para producir y crear riqueza; o sea, para crecer, único remedio eficaz contra la pobreza.

“La pobreza es una causa que merece unidad nacional”, ha dicho el Presidente Piñera. Y tiene razón. La duda es si hay voluntad política para replantear posiciones enclaustradas en dogmatismos más interesados en disminuir la cantidad de ricos que la cantidad de pobres.

Alfonso Ríos Larraín.

Señor Director:

Relaciones.

El gobierno de Venezuela no simpatiza con el Gobierno chileno: buena señal.

Pedro Lizana Greve.

Señor Director:

Senado chileno y Chávez.

Las relaciones diplomáticas entre los países son entre pueblos, a través de sus respectivos gobiernos. Así, el Senado de Chile acordó que algunos senadores viajaran a Venezuela como observadores internacionales en sus próximas elecciones, algo que se estila entre países democráticos.

Por eso llama la atención la agresiva reacción de las autoridades de ese país, que trataron de "estúpidos" y "ridículos" a los senadores chilenos. A pesar de que estamos acostumbrados a las diatribas del Presidente Chávez cuando algún país o autoridad pretende oponerse a sus actuaciones antidemocráticas, ¿hasta cuándo es posible continuar aceptando estas intervenciones sin que se perjudiquen las relaciones de amistad entre nuestros pueblos?

Pedro Romero Julio.

Señor Director:

Riesgo electoral y bien común.

El sistema político lee la realidad en términos de votos. Así, es normal que personajes de la Concertación, técnicos políticos que actúan dentro de ese sistema, lean los hechos de corrupción -o el aumento de la pobreza- bajo sus gobiernos como "riesgo electoral" y busquen rechazar o anular su efecto comunicacional introduciendo nuevas distinciones que hagan que el ciudadano promedio pierda la pista al asunto, y que quien tiene fidelidad o interés creado respecto del éxito de dicha coalición política pueda legitimar su posición.

Tal "cortina de humo" se genera, por ejemplo, entendiendo todo como un conflicto personal entre Piñera y Bachelet o acusando "interés político" del gobierno en su función fiscalizadora. El problema es que si bien este tipo de maniobras son técnicamente eficientes para mantener o aumentar el poder no son buenas desde el punto de vista del bien común, pues generan un daño enorme a las expectativas de toda sociedad respecto de lo que es una vida conjunta decente, supuesto objetivo principal de la política.

Pablo Ortúzar Madrid.

Nota de la Redacción: La correspondencia que publicamos corresponde a misivas recibidas en nuestra redacción y/o seleccionadas de otros medios nacionales de información.