viernes, 17 de julio de 2009

Dos cartas muy clarificadoras.



Acuerdo sobre el Transantiago
Señor Director:

No fue fácil para la Coalición por el Cambio tomar la decisión de ofrecer un acuerdo sobre el Transantiago. Está demasiado fresca la imagen del Presidente Lagos inaugurando este sistema, justo antes de las elecciones, prometiendo que sería "tecnológicamente moderno, ambientalmente limpio, técnicamente eficiente y económicamente sustentable". Lo mismo ocurrió con la inauguración de las estaciones de ferrocarril en el sur y el anuncio de la construcción del puente Chacao. Los ciudadanos, felices y agradecidos por estos adelantos, se enteraron que las promesas eran falsas después de haber votado en las elecciones presidenciales.

Es muy difícil para la oposición enfrentar el enorme poder del Estado en las elecciones: Candidatos de la Concertación reparten bonos a campesinos, anuncian beneficios para pescadores, notifican a las personas que han postulado a subsidios o pensiones que han resultado favorecidas, utilizan planes de empleo y programas deportivos para financiar sus campañas y sus activistas, funcionarios de INDAP reparten cartas de candidatos de la Concertación en zonas rurales. El intervencionismo es abrumador. Pero los casos de EFE, Transantiago y el puente Chacao sobrepasaron la decencia como nunca antes.

Pero no sólo es el intervencionismo lo que nos molesta: en la oposición vemos con impotencia cómo los deudores habitacionales acampan en el río Mapocho para evitar el remate de sus viviendas, que hay jóvenes que deben abandonar estudios por falta de recursos, pero que se dilapidan dos millones de dólares diarios en el Transantiago.

Después de muchas discusiones y análisis, finalmente primó la convicción de que la oposición no puede mirar con indiferencia un problema que afecta a millones de personas y que desangra nuestro presupuesto. Estamos convencidos de que los ciudadanos perciben y castigan el oportunismo y, en cambio, aprecian y premian la rectitud en el accionar político. Sebastián Piñera se involucró personalmente, y en detalle, en la construcción del acuerdo. Por eso estimamos que él debía anunciarlo.

Hay muchas formas de demostrar que un candidato tiene corazón. Obviamente, la empatía es una de ellas. Pero los chilenos enfrentan un desempleo preocupante, una delincuencia creciente, mala atención en salud y una inequidad inaceptable en la calidad de la educación. Estoy segura de que si Piñera sigue demostrando con seriedad, sobriedad y nobleza que pondrá su innegable capacidad al servicio de la gente, ganará las elecciones presidenciales.

EVELYN MATTHEI, Senadora.

¿Osadía de frailes?
Señor Director:

Me refiero a las dos últimas columnas dominicales del profesor Carlos Peña tituladas "La osadía conservadora" y "Frailes en la República". Llama la atención la tergiversación que presenta en sus artículos de los asuntos en debate.

No deja de ser paradójico que quien rinde culto a la razón no vea toda la realidad, y se transforme en un mal intérprete de las afirmaciones de monseñor Alejandro Goic al extrapolarlas sin rigor metodológico. En efecto, el columnista establece unilateralmente los términos del debate, y presenta una caricatura de la doctrina de una confesión religiosa en el tema de la vida. Además, la posiciona como aquello que, según él, serían las intenciones conservadoras y clericales para el Chile actual, cosa que no deberá aceptar la sociedad civil.

Monseñor Goic ha sido tergiversado. Él no le está pasando facturas a nadie, no está haciendo chantaje alguno ni pidiendo agradecimientos. Atribuirle esas intenciones refleja un escaso entendimiento de sus palabras y de su postura frente a temas actuales. Lo que expresó fue que desde diversas y opuestas trincheras ideológicas hoy existe, y existió en el pasado, la pretensión errada de relegar a la Iglesia al ámbito privado y cultual. Esto no requiere doble lectura. Es una "simple aprensión", como diría el maestro Jacques Maritain. No hay ninguna reivindicación. El columnista le ha endosado intenciones ajenas a las suyas. La opinión pública aprecia y reconoce la rectitud de intención del obispo en esta y otras materias.

El centro del planteamiento del presidente de la Conferencia Episcopal sobre la llamada "píldora del día después" es el siguiente: como no existe evidencia científica acerca de su carácter no abortivo, el Estado no tiene el derecho a aprobar su distribución; menos aún a distribuirla apelando a una mala comprensión de la equidad. En ese caso estaríamos ante la eliminación, por medio de ese compuesto químico, de una vida que se inició en el vientre materno. Esto viola la dignidad humana. ¿Cómo puede llegar a ser una persona humana quien no fue un ser humano desde el principio? Ése es el tema que monseñor Goic planteó por medio de la razón en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, y no por medio de supuestos secretismos atribuidos a la Iglesia.

No dudo que hay un amplio consenso respecto a que los derechos humanos son materias éticas, políticas y religiosas intransables. Pero si se considera que la Iglesia no debe entregar sus convicciones sobre estos temas, ¿acaso se quieren privilegiar opciones que no nacen de la razón, sino del poder político o de una mayoría fluctuante de los votantes? En otro orden de cosas: también la violencia intrafamiliar podráa ser considerada -según el criterio del columnista- como un hecho íntimo y autónomo. ¿Significa entonces que como Iglesia no deberíamos interesarnos por la dignidad del ser humano en esos casos? ¿Y qué decir de la legislación al respecto? Como Iglesia, siempre que esté en cuestión la dignidad de la persona humana estaremos presentes en el debate.

La discusión hoy, al igual que antaño, es sobre la vida, y más exactamente sobre el inicio de la vida.

Acerca de ese tema crucial es que estamos muy abiertos a conversar con argumentos de razón. Sin descalificar ni relegar, sin reprochar a nadie sus propios límites ni su identidad.

+CRISTIÁN CONTRERAS VILLARROEL, Obispo Auxiliar de Santiago.