Transparencia I
Con la entrada de la nueva Ley de Transparencia, entre otras cosas nos hemos podido dar cuenta que con nuestros impuestos financiamos asesorías por parte de ex ministros, parlamentarios y familiares de miembros del gobierno.
¿Cómo es posible que la ex ministra Soledad Barría, que salió por la ventana del Ministerio de Salud, haga asesorías y gane por esto casi 4 millones al mes? Esto me parece una burla y, más que eso, un robo.
Luis Toledo Valdés
Transparencia II
Señor Director:
Ante el conocimiento de los sueldos de los funcionarios del sistema público, de acuerdo a la Ley de Transparencia, ahora comprendo claramente la razón de tanta “vocación de servicio público” que afecta a nuestros políticos y personajes públicos, quienes luchan con dientes y muelas para servir a nuestro país y a sus ciudadanos.
¡Los sueldos y el poder están demasiado tentadores!
No sé por qué me tinca que a mí también me está bajando una incontenible vocación de servicio público.
Carolina Gálvez C.
¿Ministros o asesores?
O tenemos ministros o tenemos asesores, pero no las dos cosas.
Luis Toledo Valdés
Turbia realidad
Ante la noticia dada a conocer estos días respecto a la destinación a fondos a Organizaciones por parte de la Presidencia, no puedo más que sorprenderme por la manera que esta distribución de fondos es en casi su totalidad a organizaciones ligadas a personajes de la Concertación y de izquierda.
Esto genera una sensación de poca equidad, donde el discurso de “crecer con igualdad” nos indica que algunos crecen con más igualdad que otros, mientras aquellas organizaciones culturales que no necesariamente son del mismo color política que las que se dieron a conocer, pero que se dedican a realizar rescate cultural, sólo tienen que conformarse con la gratificación de los resultados que obtienen tras el esfuerzo de sus propios integrantes y sus propios recursos.
El país de esta forma no va a crecer ni superar diferencias culturales ni políticas, sobre todo si con esta designación de fondos las organizaciones beneficiadas cuentan con recursos descomunales.
Más que hacer un llamado a que todos puedan participar en presentar propuestas para acceder a estos fondos, se debe hacer un llamado a la conformación de un cómite de distribución social y cultural de los recursos, para que todos tengan las mismas oportunidades.
Mientras más transparente se ha hecho el acceso a la información sobre cómo las instituciones distribuyen los recursos, más turbia hemos encontrado la realidad.
Hans Fiebig M