viernes, 9 de abril de 2010

Dos cartas para meditar....


Señor Director:


Cierre de Los Cerrillos.


El reciente terremoto ha dejado en evidencia, incluso más que antes, la miopía de la decisión del cierre de Los Cerrillos. La medida no solamente probó ser arbitraria, por cuanto viola el mandato perpetuo del donante originario del capital utilizado para comprar los terrenos del aeropuerto y por cuanto limita aún más la práctica de las artes del vuelo, sino que también por cuanto vulnera normas internacionales fundamentales del derecho ambiental, que exigen que las bases aéreas y los aeropuertos permanezcan clausurados, al menos por una década (antes de su cambio de destino), mientras se mantengan sus procesos de remediación de los contaminantes, dado que son, sin admitir prueba en contrario, sitios contaminados.

Pero la torpeza de su cierre se ha evidenciado ahora con todo su dramatismo. Si el aeropuerto internacional de Santiago se daña, los pasajeros que vienen en vuelo deben ir obligatoriamente a pasear a Argentina o a otros lugares del vecindario, toda vez que Santiago carece de aeropuerto alternativo en su proximidad. No existe otra gran capital moderna con esa deficiencia.

El cierre de Los Cerrillos es un perfecto equilibrio entre miopía crónica, violación contractual, bofetada a los amantes de la aviación, irresponsabilidad ambiental mayúscula, y atentado a la soberanía nacional y a la capacidad de respuesta ante una grave crisis natural en el país.

En suma, es el ejemplo práctico y académico ideal de una medida insustentable, en su dimensión integral.

Jorge Luis Varela Del Solar.


Señor Director:


Cuidado: Curioso personaje.


Es del caso alertar a los automovilistas que transitan en el sector oriente de la ciudad, acerca de un curioso personaje, de buena presencia, muy bien vestido, que portando un elegante maletín y simulando recibir una llamada urgente por su celular en ese preciso momento, en la que le citan a una reunión para ese instante, se pasea entre los autos detenidos en las luces rojas y se acerca a los conductores haciéndoles “dedo” —tal cual—, y les solicita por favor que le ayuden a trasladarse, dada la emergencia en que se encuentra debido al llamado telefónico que ha recibido.

De preferencia escoge a conductores que viajen sin acompañante, que lleven su maletín y su chaqueta en el asiento trasero. Una vez que aborda el vehículo, junto con agradecer la atención con muy buenos modales, plantea con gran locuacidad algún tema de la actualidad, y pasa a ser un buen conversador que mantiene entretenido al conductor.

Hábilmente, coloca sobre sus piernas su maletín, mientras desliza su brazo derecho hacia el asiento trasero, donde con gran destreza lleva la chaqueta al piso, donde la registra, hurta sigilosamente todo lo que encuentra, y si le resulta posible, incluso registra íntegramente el maletín, escogiendo chequeras y billeteras. Todo lo anterior, sin perder jamás el hilo de la conversación, que puede variar en los temas de mayor actualidad e interés, en los que se muestra muy al día y que, por cierto, cautivan a su ingenuo y bondadoso interlocutor.

Concluida la operación, le pide al conductor que lo deje en la próxima esquina, despidiéndose cordialmente de su víctima, quien, por cierto, jamás supo que había sido presa fácil de este osado delincuente de cuello y corbata, de muy buena presencia y de amena conversación.

Como diría el profesor Mario Banderas, si este sujeto le hace dedo en una esquina, “usted no lo lleve”.

Juan Egaña R.