miércoles, 21 de julio de 2010

Dos cartas, el tema del día....


Señor Director:


Reconciliación nacional.


Son muchas las familias del personal de las FF.AA. y de Orden que tienen en su entorno padres, hijos o esposos que sirvieron lealmente a Chile y cumplieron con su deber y que están encarcelados por hechos ocurridos hace ya 40 años. Hoy, después de haber tenido que soportar años de profundo dolor y privaciones injustas como familias, vemos con gran tristeza y asombro que cuando se habla de una verdadera reconciliación nacional, ante la postura del indulto solicitado por la Iglesia, y en bien del futuro unido y sin divisiones de nuestro país, existen agrupaciones que mantienen vivo el resentimiento, e insisten en excluir de él a los ex uniformados.


¿Cuál es la razón de esta adversa actitud, cuando en el pasado reciente a los que pusieron en peligro la vida de todos se les aplicó la amnistía, la prescripción, el indulto y toda clase de beneficios económicos?


Por años hemos vivido una tragedia familiar que jamás esperamos, cuando apoyábamos fielmente a nuestros padres y esposos en servicio, incluso temiendo en el día a día por sus vidas. Hoy sentimos una gran impotencia por la discriminación de que hemos sido objeto, habiendo soportado calladamente graves problemas de todo tipo, sin recibir el más mínimo beneficio.


Muchos hablan de justicia y reparación, pero nadie piensa en nuestras familias, que también fueron víctimas de la locura que vivió nuestro país y que jamás fue buscada y menos deseada por las FF.AA. y de Orden.


Han pasado casi 40 años desde que ocurrieron muchos de los hechos por los que hoy encarcelan a nuestros seres queridos y nadie puede decir que ellos fueron o serán un peligro para la sociedad. Por esto, pedimos al Presidente de la República y autoridades que no se dejen amedrentar y escuchen la propuesta de la Iglesia Católica, permitiendo que nuestras familias vuelvan a reunirse en paz y armonía, como deseamos que vivan todos los integrantes de este hermoso país.


Mª de los Ángeles Bassa S.

Jorge Tapia C.


Señor Director:


Indulto Bicentenario.


Ante la anunciada propuesta de la Iglesia Católica sobre el otorgamiento de indultos a quienes cumplen penas privativas de libertad en las cárceles del país, deseo señalar que ello corresponde a un gesto de clemencia, propio de países civilizados y que se da sólo en situaciones excepcionales, cuando la sociedad organizada ofrece una segunda oportunidad a aquellos que alguna vez erraron, o brindar a quienes tengan una avanzada edad o se encuentren gravemente enfermos, la posibilidad de culminar su vida en compañía de sus seres queridos.


En este sentido, no es aceptable dejar fuera de este beneficio a ningún sector en particular, por mucho que un grupo interesado así lo exija. Creo fervientemente en el derecho de la justicia de quienes fueron víctimas de la violencia política en el pasado reciente, pero ello no puede significar que se deba aceptar como tal la venganza, por no responder ésta a principios éticos y morales de una sociedad cristiano-occidental como la nuestra.


Es bueno recordar que desde hace varios años se han efectuado innumerables actos de reparación hacia quienes sufrieron o declararon haber sufrido las consecuencias de la crisis que vivió el país, incluyendo diversos reconocimientos morales, leyes de amnistía e indultos y cuantiosas reparaciones económicas, sin que nadie se haya acordado de reparar el sufrimiento de las esposas e hijos de militares, carabineros, aviadores, marinos y policías caídos en el cumplimiento de su deber o de quienes por más de treinta años han sido cuestionados, procesados, encarcelados y o condenados.


Es hora de que aquellos que la sociedad y el Estado han intentado compensar para reparar su dolor, dejen espacio para que el Gobierno pueda morigerar en algún grado el sufrimiento de los otros, como así el de sus esposas, hijos y familiares que nada tuvieron que ver en los hechos del pasado, y que no han sido compensados en forma alguna.


Nuestros hijos necesitan el reencuentro tanto o más que nosotros, y para ello todos debemos poner un poco de nuestra parte, dejando de lado nuestras frustraciones y rencores. Sólo así conseguiremos construir un futuro promisorio para las generaciones que vendrán, alejando para siempre la posibilidad de un nuevo desencuentro nacional como el que vivimos en los años setenta. Ahora debería ser el momento de grandeza y reencuentro de todos los chilenos, por el bien de nuestra Patria.


María Angélica Cristi, Diputada.