Señor Director:
Acoso a Carabineros.
En las imágenes de televisión y las
fotografías de prensa es común ver el acoso a que son sometidos nuestros Carabineros
y el drama que significa que algún uniformado actúe en legítima defensa.
Que el principio de autoridad ha sido
sobrepasado es ratificado por lo ocurrido en Cañete, donde un grupo de
violentistas mapuches exigió y logró el retiro del retén móvil que custodiaba
el área del lago Lleulleu.
Si no se defiende el Estado de
Derecho, se cae en la anarquía y, más temprano que tarde, veremos a los
delincuentes de las poblaciones exigiendo la salida de Carabineros y PDI para
así poder actuar impunemente.
Patricio Mackenna Salas.
Señor Director:
Demanda boliviana.
Me parece meritorio que la Presidente
de la República haya tomado la decisión de impugnar la competencia de la Corte
Internacional de Justicia de La Haya, presentando objeciones preliminares a la
jurisdicción de dicha Corte. Requiere coraje haber tomado una resolución que,
si bien cuenta con un respaldo político transversal, no está exenta de riesgos
y, además, va en la dirección contraria al consejo de muchos de sus asesores
directos en materias internacionales.
Sin embargo, hay otra persona que desde la
trastienda y sin contar con ningún reconocimiento Gubernamental, en varios
foros académicos, entrevistas y cartas a los lectores publicadas por los
principales medios de prensa, fundamentó y creó conciencia respecto de la
conveniencia de impugnar las atribuciones de la Corte. Me refiero a don José
Rodríguez Elizondo, quien no sólo sacó este tema a la luz pública, sino que en
su reciente libro Perú y Bolivia contra Chile, esboza un camino de solución a
la mediterraneidad boliviana, que pasa por considerarlo un asunto trilateral,
que necesariamente debe incluir a Perú.
Haría bien nuestra Cancillería en
tomar nota de las opiniones vertidas por Rodríguez Elizondo en el citado texto,
particularmente el capítulo titulado “Judicializar al margen de la Ley”.
Miguel A. Vergara Villalobos.
Señor Director:
Copago y virtudes
sociales.
Creo que el debate sobre el copago se
ha empantanado en el área chica. Veo el copago como expresión de virtudes. La
primera, el esfuerzo.
Muchos hemos escuchado: "Quiero
que mi hijo sea más que yo", y asignaba recursos para su educación. Aunque
el Estado -administrador de los recursos de la sociedad- aumente el gasto en
educación, un padre siempre podrá decir "quiero ponerme con algo más para
recibir algo mejor". La grandeza de los pueblos es el fruto maduro de las
virtudes ciudadanas, entre otras, el esfuerzo.
Participar activamente en el destino
común es una virtud. Por ejemplo, enseñar, actividad de promoción social. Quien
enseña merece una retribución: lucro. "Retribución" se acepta, pero
su sinónimo "lucro" se demoniza. Muchos que se escandalizan por la
palabra lucro estudiaron en la universidad una profesión lucrativa y no por
ello se sienten perversos.
Como en todas las actividades
humanas, el abuso es reprobable. Pero no se debe suprimir una actividad
encomiable porque alberga algunos corruptos. Hay que controlar.
No se debe suprimir el copago, pues
atenta contra la expresión de virtudes ciudadanas, coarta al que quiere enseñar
y al que quiere aportar su esfuerzo en vista del futuro de sus hijos. El copago
es la expresión del esfuerzo compartido de sociedad, ciudadanía, y familia en
la formación de la generación futura.
Jaime Álvarez, Profesor de Fisiología
General, UC.