viernes, 22 de enero de 2010

Cartas excepcionales....




Señor Director:

Volvamos a nuestro escudo y Canción Nacionales.

No tan notorio para el público masivo como el cambio del Escudo Nacional original por un cuadrado de cubitos ha sido la rearmonización y reestilización de nuestra Canción Nacional. En efecto, se la ha despojado de su sentido rítmico, cuyo equilibrio le confería una estructura sólida y viril, suprimiéndole tresillos y giros marciales para alejarla de cualquier referencia que pudiese recordar un coro de soldados, y además se “suavizó” armónicamente transformándola en un pastiche amorfo de pésimo gusto. Esta versión es la que se usa en ceremonias oficiales, la que afortunadamente no ha logrado hacerse masiva en otros ámbitos. Estoy absolutamente de acuerdo en que se debe restablecer la partitura original de nuestra Canción Nacional.

Miguel Letelier Valdés
Premio Nacional de Música 2008

Señor Director:

Renuncias de Parlamentarios.

Luego del contundente triunfo de Sebastián Piñera, han aparecido ofrecimientos de algunos parlamentarios que estarían dispuestos a renunciar a sus cargos para asumir tareas en el Poder Ejecutivo del nuevo gobierno.

Creo que lo que los chilenos expresamos en las urnas el domingo pasado se interpreta como una necesidad de cambio en la forma de gobernar y de hacer las cosas, respetando la voluntad de la gente, mirando el interés de todos, y no de algunos, ya que al elegirse a un presidente o un parlamentario, lo que se entrega es un mandato para administrar lo ajeno, se elige un representante que debe ejercer sus funciones a cabalidad. Es por esto que no creo prudente que un parlamentario renuncie a su cargo, ya que éste no le pertenece, sino que es de la gente que lo eligió para ese cargo y al cual postuló democráticamente.

La tarea es grande y dura, se necesita la fuerza de todos para que desde el rol para el cual fueron elegidos cambien Chile.

Roberto Correa Vergara
Abogado

Señor Director:

Oportunidad.

Los organismos públicos deben considerar la oportunidad política de sus actuaciones, especialmente cuando pueden despertar la sospecha de que apuntan a objetivos electorales ajenos a sus fines. Las sospechas son razonables en el caso Frei Montalva, donde, tras años de investigación, un juez, por lo demás prestigioso, adopta una decisión espectacular pocos días antes de la elección. Muchos se preguntan, con razón, si acaso no podría haber esperado una semana, o, mejor aún, hasta el 18 de enero. También resulta llamativa la celeridad con que el Tribunal Constitucional tramitó la ley sobre la píldora del día después.


A menos que existan razones todavía no exhibidas para proceder así, se trata de impropiedades impresentables que, no constituyendo faltas que deban ser investigadas por otros organismos públicos, deberían ser objeto de indagación periodística. Los ciudadanos confiamos en la prensa para que devele las responsabilidades políticas de esos jueces, si las hubiera. Solamente el buen periodismo puede acoger nuestras sospechas, para disiparlas o para confirmarlas.

En cambio, no queda más que felicitar a la Comisión Mirage por haber esperado para emitir un dictamen, que pudo ser perjudicial para la Concertación, cuando ya no podrá tener ninguna incidencia electoral.

Cristóbal Orrego Sánchez

Señor Director:

Cambio imprescindible.

A pesar de haber perdido en las elecciones del domingo, algunos personajes de la Concertación como Camilo Escalona aún no entienden que deben terminar con la lógica del pasado; aquella que en la campaña presidencial se empeñó en atizar una falsa división entre buenos y malos chilenos. Los buenos y únicos demócratas de la Concertación, y los malos de la derecha antidemocrática; los buenos de la Concertación que protegen el interés de los trabajadores, de las minorías sexuales y de los pobres, y los malos de la derecha que están en contra de todo aquello.

Aún no se dan cuenta algunos de que lo que Chile decidió el domingo fue terminar de una vez por todas con esas odiosas polarizaciones propias del siglo XX, con la esperanza de recrear una convivencia en donde todos juntos hagamos de nuestra Patria un lugar donde nadie está de más; donde todos podamos aportar con nuestra imaginación, trabajo y estudio a resolver los innumerables problemas que nos afligen como sociedad; donde las soluciones sean las mejores para el bien superior del país, y no para ganar elecciones o derrotar a un adversario político.

Sebastián Piñera no lleva ni una semana como Presidente electo y ya estamos en presencia de una nueva campaña del terror en que se le dice a la gente que habrá revanchismo, despidos masivos y que los derechos alcanzados se van a derogar.

No necesitamos más de esta retórica. Necesitamos urgentemente unir esfuerzos, porque somos pocos y el talento no sobra. Terminemos con las falsas divisiones y volvamos a hacer de Chile un país unido, con mística, con rigor por hacer las cosas bien, y dejemos atrás años de dolorosas divisiones que tanto mal nos han causado.

Jaime Jankelevich

Señor Director:

Roto Chileno.

Ayer, 20 de enero, se celebró una vez más esta fiesta popular. Esta fecha se transformó en efemérides nacional para conmemorar un hecho de armas de nuestro ejército, la Batalla de Yungay, ocurrida en 1839. Esta victoria del general Manuel Bulnes puso fin a la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. El nombre de Yungay, aquella lejana comarca del territorio peruano, se incorporó al alma nacional.

El 20 de enero los chilenos honramos la memoria de una batalla que ocurrió hace más de siglo y medio, y la gente se reúne en la Plaza Yungay, al pie del monumento al Roto Chileno. Hermosa tradición, que todos los años reúne, hermana y junta a personas de muy distinta condición.

Germán Becker