jueves, 10 de julio de 2008

Señor Director:

¿Es parejo el descalabro?.
No.


Vea la "Banca", está dichosa y gananciosa a todo evento.
Su exclusiva preocupación es prepararse para ejecutar garantías reales, es decir quedarse con los bienes raíces de los chilenos.


Es evidente la política deliberada de la Concentración y sus aliados de conveniencia, los grandes capitalistas, para pauperizar a la clase media haciéndola dependiente por endeudada, restablecieron la esclavitud por deudas.

"Muchas gracias" señores economistas, de-formados moralmente en las universidades americano asiáticas y adoradores de la usura. Si ya en tiempos de Pinochet el esfuerzo fue en crear y rescatar un "eficiente mercado de capitales", la eficiencia ya fue comprobada en "nuestra carne propia". Nada de la bonanza de la banca, ha sucedido en paralelo con la capacidad de generar trabajo. Eso, que es lo que alimenta a los pueblos, brilla por su deliberada, por su concertada ausencia.

No sea que tan solo, los capitalistas, hayan adquirido un dominio precario, efímero sobre esas fortunas amasadas con "harina de Pymes".

Roberto Finat Díaz

Señor Director:

HISTORICA TRISTE REALIDAD

“Las cifras en el campo de la economía no están buenas. Estamos con una ‘inflación alta’, con un ‘crecimiento bajo’. Creo que vamos a tener que seguir afrontando esta situación. El precio del petróleo sigue remontando, la crisis mundial no ceja, muchos países están con altísimos índices de inflación, así es que ‘hay que apretar los dientes y seguir adelante’”, recientes palabras del Vicepresidente de la República Edmundo Pérez (DC).

Si a este histórico realista resumen le agregamos la cesantía, la delincuencia, las irregularidades y/o actos de corrupción -“esas cosas del pasado, de la administración anterior”-, las promesas electorales -pro municipales, parlamentarias y presidenciales- incumplidas -es decir, la demagogia de esta des-Concertación allendistadecé reinante para seguir aferrada al poder y continuar abusando de él-, las “discolidades” dentro del conglomerado oficialista, las protestas gremiales y estudiantiles, el directo llamado de nuestra intuitiva socialista Presidenta Michelle Bachelet a “evitar ineficiencias y a desterrar las ineptitudes” dentro de su Gabinete, amén de haber “observado -en él- mucha locuacidad, más allá de toda prudencia”, y la significativa sentencia del propio ministro Pérez: “La elite política chilena está desgastada”, siendo él parte de ella gracias a su larga, larga trayectoria de mística y de entrega al servicio público, pero que todavía no le ha permitido mejorar “su capacidad comunicacional”, para regocijo del vocero Vidal … ciertamente es como para apretar los dientes y hacerlos rechinar.

Consuelo global -parafraseando los más recientes dichos sobre el Transantiago del diputado Patricio Hales (PPD)-, más favorable para la clase política, que para la ciudadanía: “Los usuarios ya están resignados”, y jamás van a votar por la derecha. Ergo: ¡Echémosle pa’delante no más!, porque … “Hemos hecho mucho y queda mucho por hacer”. “No estamos contentos, pero estamos satisfechos”. En la dictadura fue peor.

Eco: “En mi gobierno habrán caras nuevas, pero también … rostros con experiencia”, la señora doña Michelle: “¡Palabra de Mujer!” Antes de Pérez, Velasco, y antes de éste … Zaldivar. Todos elitistas decés, “desgastados”. Who’s next? Pa’qu’entienda la señora Juanita: ¿Quién es el próximo?

Atentamente,
Jorge Saavedra Moena, c.i. 6.015.115-6

Señor Director:
La opinión pública internacional se ha sorprendido con las últimas declaraciones de Fidel Castro, quien ha a raíz del reciente descalabro sufrido por los terroristas de las FARC, al serles arrebatado por el Ejército de Colombia un importante grupo de rehenes y conocerse una vez más sus tratos vejatorios y acciones criminales señaló, "no estar de acuerdo con los secuestros".

¡Por Dios qué descaro! Ni siquiera por su avanzada edad se le puede aceptar tamaña hipocresía. Hace décadas que el grupo izquierdista narcoterrorista es respaldado por Cuba con armas e instrucción subversiva. Hace décadas comenzó a utilizar el secuestro para recaudar fondos, más que mal según han declarado llegaron a formar un ejército de 17 mil hombres sumergidos en la selva para tratar de derrocar a los gobiernos democráticos. Hay que imaginar cuanto cuesta alimentar y sostener tamaña fuerza insurgente. Pero más tarde cuando los fondos provenían del narcotráfico a cuyos carteles prestan protección (los últimos rescatados fueron recogidos en medio de un plantío de coca, ubicado junto al campamento donde los tenían prisioneros), los secuestros continuaron para usar a las personas como moneda de cambio, por los guerrilleros apresados por el gobierno colombiano. Eso se llama extorsión.

Todo lo anterior estaba en conocimiento de Castro que jamás levantó un dedo, ni la voz para decirle a estos terroristas que lo tenían por líder, "no acepto los secuestros".

Hace unos meses se instaló en Ecuador el Congreso de la Coordinadora Bolivariana Latinoamericana -encabezada por Cuba-, a la cual pertenecen los partidos comunistas de distintos países, entre ellos Chile y nadie les indicó a los delegados de las FARC allí presentes que dejaran el libertad a los secuestrados.

¿Porqué hoy Fidel hace estas declaraciones?, simplemente porque al conocerla opinión pública mundial las atrocidades cometidas por estos "idealistas combatientes del socialismo" como los llamara Hugo Chávez al rendirles un homenaje, no existe dialéctica revolucionaria, marxista ni castrista que los justifique. No se puede explicar tamaña violación de los Derechos Humanos por parte de las FARC.

Pero hay más, Castro con sus declaraciones les ha quitado piso político alas FARC, simplemente porque sus agentes incorporados en el grupo insurgente, le han señalado a los cubanos que están perdiendo la guerra frente al Ejército de Colombia y pronto el mundo sabrá más de su sanguinario accionar.

Y no hay que olvidar por ejemplo, que aún hay además de colombianos, 81 rehenes venezolanos en manos de las FARC reconocidos oficialmente por el gobierno de Caracas, sin que Chávez abogue por ellos.

Miguel Veyl