domingo, 10 de enero de 2010

Dos cartas clarificadoras...


Señor Director:

MUSEO DE LA MEMORIA.

No sólo cualquier psiquiatra sino también todo historiador sabe que la memoria es selectiva. Para ponernos a salvo de la arbitrariedad destructiva está la razón y su prolongación que es la ciencia. Cuando no se quiere mentir deliberadamente es imprescindible reemplazar los gestos y las gesticulaciones por las explicaciones. Los museos de la memoria inaugurados por Mussolini, más tarde por Hitler y Stalin fueron obscenas movilizaciones de circo ideológico para lavar cerebros y movilizar a las “masas”. Eran, en realidad, museos de la amnesia. Las democracias, sin excepción, han convertido los “museos” en lugares en que no se denuncia ni se ejerce culto sino en donde se encuentran y documentan explicaciones a procesos.

Los más prestigiosos archivistas de Chile ya han dado hace un tiempo los primeros signos de alarma. Estamos ante un proceso de adulteración histórica inescrupulosa, porque si algo caracteriza nuestra historia reciente es ser una vasta época en la cual nuestra sociedad completa experimentó variaciones fundamentales. Todo corte es arbitrario y falsificador. Manipulador y científicamente corrupto. El gobierno militar, con todas sus fases y actores, es un conjunto absolutamente incomprensible sin el gobierno marxista que buscó imponer su ideología y la correspondiente transformación de nuestras instituciones. Ambas fases de nuestro desarrollo político forman una unidad que ningún científico serio podría desconocer, tampoco y muy en especial si es progresista, “comprometido” y de izquierdas. Ellos afirman y pretenden saber que el hombre es historia. Será interesantísimo, por todo ello, investigar documentariamente la historia de la gestación de nuestro Museo de la Amnesia.

Cuenta García Márquez que el inicio de la destrucción de Macondo aconteció cuando sus habitantes perdieron el sueño y al final la memoria. Hacia el colapso definitivo, los macondianos ni siquiera tenían sueños propios porque unos soñaban los sueños de los otros, eran idiotas sin memoria y por tanto sin historia. Por eso, por su propia decisión corrupta, se hicieron parte de “una estirpe que desapareció para siempre y que no ha de tener una segunda oportunidad sobre la Tierra”.

Prof. Dr. Víctor Farías, Universidad Andrés Bello.

Señor Director:

Intolerancia.

Me ha llamado profundamente la atención la reacción del “actor” Cristián García Huidobro ante la resolución del actor Luis Gnecco de apoyar a Sebastián Piñera. Descalificar, de la manera brutal y destemplada en que lo hizo, a un amigo y compañero de muchos años por el solo hecho de decidirse por una opción diferente a la suya es manifestar una intolerancia que hoy la gran mayoría de los chilenos quisiera que no existiera y rechaza plenamente.

Eugenio de Toro A.