miércoles, 14 de julio de 2010

Correspondencia de lujo, temas de plena contingencia.

.

CARTA ABIERTA A INGRID BETANCOURT.

Ingrid:

Difícilmente podría encabezar esta carta con un “respetada” o “apreciada”, dado que su condición actual frente a los colombianos no da para tanta diplomacia.

Bien complicado es para una ciudadana normal como yo, digerir sin indigestarse su última gran idea que tiene convulsionada, indignada y asqueada a la opinión pública. Me encantaría realmente poder hablarle de frente y expresarle la profunda antipatía que millones de colombianos estamos sintiendo por usted. Pero gracias a internet, estoy absolutamente segura de que terminará leyéndome, quizá en la intimidad de su habitación o tal vez frente a sus igualmente desvergonzadas madre y hermana.

Quiero decirle que no solamente estamos viéndola como el ícono del cinismo y la desfachatez si no también como la prueba fehaciente de que su oportunismo no tiene límites y de que la vergüenza no es una palabra que usted conozca en ningún idioma. Y, una vez más, como en ese febrero de 2.002, usted se equivocó. Si señora, se equivocó de cabo a rabo, porque los colombianos unidos hemos demostrado que no nos arredramos ante ningún tipo de delincuencia. Y usted es una vulgar delincuente oportunista. Más chanchullera terminó siendo que sus captores. Por lo menos con esos terroristas sabemos a qué atenernos, pero no hay nada peor que la condición subterránea de quien aparenta decencia y es solamente un vulgar y desvergonzado ladrón.

Que usted necesite plata es una cosa y otra bien distinta es que quiera arrebatársela al más pendejo. Demandar al Estado colombiano por su secuestro y sus consecuencias es algo que solamente cabe en su cabeza y en la de las dos hienas femeninas que la acolitan. De dónde sacó usted que los impuestos que pagamos los colombianos deben ir a su cuenta bancaria en retribución por su irresponsabilidad y sus ansias de protagonismo? ¿Cómo llegó usted a la conclusión de que la gratitud por un rescate que usted calificó como “perfecto” es traicionando a un país que marchó por usted y lloró de alegría el día en que el Ejército Nacional de Colombia la trajo a la libertad sin haber disparado un solo tiro? Dígale a su mami que es mejor quedar mal que quedar peor y que así quietecitas como estaban en Francia, era mejor. A los colombianos ya se nos estaba olvidando el show de odio y de mentiras que ella montó contra Colombia a causa de su absurda terquedad. También se nos estaba olvidando que fue usted misma quien propició su secuestro, empeñándose en ir a donde las fuerzas de seguridad le advirtieron no ir.

Su afrancesado talante no nos convenció nunca, Ingrid. Usted fue colombiana hasta que le convino y se convirtió en ciudadana francesa para que su familia pudiera denigrar de Colombia y su gobierno hasta el cansancio. No se nos olvida que rajaron de todo el mundo menos de los que la secuestraron. No se nos olvida que agradecieron a Chávez, Correa y Kirchner y lánguidamente a Uribe que fue el promotor de su libertad.

Por qué no demanda a su mami por esos genes tan torcidos que le dio? Por qué no demanda a Chávez por no haber intercedido en su favor frente a sus cómplices? ¿Por qué no demanda a Alfonso Cano, Iván Márquez y al Mono Jojoy? ¿Por qué carajos quiere mandarnos la mano al bolsillo de la manera más cínica y grotesca?

El sentimiento general de repudio es tal que en este momento desearíamos que usted jamás hubiera sido rescatada, porque si a alguien corresponde indemnizar por el sufrimiento de muchos es a USTED, descarada desagradecida.

En Francia le comen cuento. Usted se los tramó con “La Rabia en el Corazón”, que es la misma que estamos sintiendo al ver la manera como quiere asaltarnos. Su mamita los convenció de que usted era LA supercandidata presidencial, cuando en realidad su popularidad aquí valía menos que tres centavos. Su familia popularizó su secuestro en Europa poniendo a la comunidad internacional en contra de Colombia como si el Estado la hubiera raptado y callaron tímidamente la rampante verdad de que las FARC eran quienes se la habían trasteado, poniendo en absoluta responsabilidad del gobierno colombiano su libertad.

Calificativos para gentuza como usted hay muchos Ingrid, pero usted es la perfecta bruja arpía, capaz de pasar por encima de quien sea para lograr lo que quiere. Y lo que quiere es plática, de nuestro trabajo. ¡A ver!

A mi me importa un carajo lo que usted haga en Francia. Si la mantiene Sarkozy, si vende un libro o si se levanta un amante millonario. Poca falta le hace usted a Colombia, pero si se viene lanza en ristre a atracarnos, se estrelló contra el mundo otra vez, porque ese robo no lo vamos a permitir.

Sus pretensiones siempre van más allá de lo que la decencia permite, Ingrid. Qué hipocresía tan teatral la de sus declaraciones en el reciente aniversario de su rescate. Qué caradura. Visto está, lo que se hereda no se hurta, hijas de tigre salen pintadas, la perversión de su mamá elevada a la n potencia en usted. Ladronas desagradecidas.

Lleve la vida que le de la gana en París, pero no con nuestra plata, esquílmesela a otros, levántesela trabajando o como prefiera, pero ese zarpazo que le acaba de mandar a la Nación, no va a prosperar, a menos que la justicia de este país termine por demostrarnos categóricamente que es la más injusta del mundo.

Maritza Castrillón Silva, ciudadana colombiana.

*****

Señor Director:

¿ Reforma del Estado?

Llevamos ya al menos una década y media de periódicos escándalos de corrupción e ineficiencia crónica en el aparato público y todo sigue igual. El fraude a la población chilena ha sido gigantesco de parte de nuestra clase dirigente, que hasta hoy no ha mostrado ni el coraje ni la determinación para ponerle el cascabel al gato.

Leyes de probidad, decretos de transparencia, Alta Dirección Pública y otras medidas similares, han mostrado ser inútiles. Nuestro gobierno, por cierto, se engaña si cree en el poder de más leyes para atacar el problema de fondo. Y es que, como bien advirtió Milton Friedman, nadie administra el dinero ajeno con el mismo cuidado con el que administra el propio y nadie persigue los intereses de terceros con el mismo celo con el que persigue los propios.

La conclusión es simple: lo que debemos hacer, más que reformar, es reducir drásticamente el tamaño de nuestro Estado despilfarrador, devolviendo a los chilenos el dinero que les pertenece. Ellos sabrán administrarlo mejor que nuestros políticos y burócratas.

Axel Kaiser.


*****

Señor Director:

Debate sobre el aborto.

La carta publicada ayer por el Dr. Juan Pablo Beca en este medio ( El Mercurio) señala a mi juicio una cierta forma de ver la bioética, que prescindiendo de un fundamento real y objetivo, genera la suficiente ambigüedad para dejar en manos del “consenso social” de turno, la vida humana indefensa. La historia reciente de la humanidad aún nos recuerda la Segunda Guerra Mundial y los atentados contra la vida humana fruto de la experimentación en seres humanos por parte de los nazis. De esta experiencia la humanidad ha conformado el legado de los derechos humanos como paradigma jurídico y ético de que no todo lo técnica o políticamente posible, a lo que deberíamos agregar hoy no todo lo “socialmente consensuado” es éticamente aceptable.

Debemos, por tanto, señalar con toda certeza que la bioética o reconoce los límites en ámbito biopolítico y biojurídico de la técnica frente al valor de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, o cae en la tentación de transformar los instrumentos en fines propios, y por tanto a la vida humana en mercancía al arbitrio del poder científico, político, económico o de cualquier otra índole.

El aborto procurado es siempre un atentado contra la vida humana, no podemos luego de las atrocidades cometidas en el pasado, volver a repetir el error de no reconocer la dignidad de la persona en cada ser de la especie humana, so pena de cometer nuevas formas de discriminación e injusticia.

No podemos darnos el lujo como diría Albert Einstein de renegar del uso de la razón, ya que “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.

Dr. Cristián Vargas Manríquez, Director Instituto Superior de Bioética

Universidad Católica de la Santísima Concepción.