martes, 14 de agosto de 2007

Ante la "arrastrada" de poncho peruana.


Señor Director:
Cuando, en noviembre de 2005, la unanimidad del Congreso Pleno peruano, legisló de modo que incluía aguas y tierras de soberanía chilena, hubo un casus belli.
Chile ni siquiera ha protestado por tal ley impropia, agresiva y desafiante.
Una ley que pone en curso de colisión a dos naciones que, al menos nosotros, creíamos hermanas.
La Concertación ha fracasado de modo concluyente. Aleonó a un vecino al que se pudo "alentar" a mantenerse la legalidad y fraternidad, por el medio tradicional con ellos, siendo más fuertes y decididos.
Las ideáticas políticas de la concertación, su constante reacción "avestruz" ante los problemas. Su incapacidad para completar la renovación de armamentos antes que el Perú, en el caso naval. Todas esas debilidades, nos han conducido al "camino único", el del uso de la fuerza o la rendición ante un "estado bandido, un Caín internacional, un agresor premeditado".
El Perú sostiene hoy por hoy, una escuadra de 16 naves de combate y dos petroleros recién comprados. Se suman las cuatro barcazas dotadas recientemente de plataforma que pueden operar como "pistas de dispersión" para sus helicópteros pesados armados con misiles Exocet. Son 22 cascos adversarios. Chile tiene 6 fragatas en la escuadra, una en viaje desde Inglaterra y otra que se espera pueda zarpar a mediados de Septiembre. Sumamos un vetusto petrolero que no ha habido forma que lo reemplacen con presteza.
En la debilidad naval chilena, causada sea por la incapacidad concertacionista o de modo deliberado, es que se debe encontrar la causa del aleonamiento peruano.
Chile sin poder naval, suficiente y oportuno NO es viable.
Pruebas al canto.
Roberto Finat Díaz



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